6.9.10

La conspiración de Jack Smith

Bien temprano en la mañana suena el despertador de Jack Smith. Se levanta de un salto, se prepara un licuado de frutas y sube durante 20 minutos a su bicicleta estacionaria. Para Jack es de vida o muerte tener buena condición física, especialmente en el área cardiovascular. Después del ejercicio, entra al taller donde con mucha delicadeza y mucho látex confecciona las distintas caras que tendrá que usar durante ese mes, mientras practica las distintas voces y acentos de todos los personajes que le toca interpretar.

A las 9:30 de la mañana sale de su casa en moto a toda velocidad hasta el puerto, ahí recibe dos contendores que deben ser llevados a dos importantes barrios de la ciudad, guía uno a uno a los conductores de ambos camiones, descargan una veintena de cajas de madera cerradas con clavos en las que sólo se lee “made in Taiwan”. Una vez entregadas las cajas y sin que los conductores sepan qué transportaron, Jack confirma con sus contactos las órdenes de repartir las dos toneladas de armas y drogas entre los principales delicuentes de la zona, todo esto en clave, de manera que cualquier transeúnte piensa que se está hablando de las muñecas Barbie que estarán de moda esta navidad. Son las 12:30 del mediodía y Jack Smith almuerza un sandwich mientras maneja la moto porque va tarde a su siguiente labor del día.

Una breve parada en casa para sacar la cara y el uniforme del obrero de la compañía eléctrica que “desapareció” hace algunos meses, cambiar velozmente el rotulado de la camioneta por el que corresponde a la ocasión y Jack sale a dos importantes sectores empresariales de la ciudad a cortar la luz. Ese día el corte tomará cerca de 6 horas en ser solventado, es perfecto. Son las son las 15:45 y Jack Smith regresa nuevamente a casa.

Con su nueva cara de dirigente político, Jack Smith pasa rápidamente por la oficina de correo a enviar los guiones de la rueda de prensa de dos candidatos y del noticiero de esa noche del canal disidente, luego sale a hacer campaña en los mismos dos barrios donde entregó las armas esa mañana. Su campaña critica la ineficiencia del actual gobierno en el tema de la seguridad ciudadana y los servicios básicos. Mientras Jack camina, va contando las casas, los locales comerciales y abastos de la zona, piensa que gracias a su trabajo algún día todo eso será propiedad de algún empresario de su país. Jack Smith es un patriota. Son las 18:25 y la tarde es agradable.

Después de un par de horas en el tráfico de la hora pico, Jack se ve obligado a cambiarse el rostro en plena autopista, no es problema, nadie se ha percatado. Jack finalmente llega a su oficina en uno de los principales diarios del país, comienza poco a poco separar las noticias antes del cierre de la edición, las malas a la derecha, las buenas a la basura. Son las 21:15 y Jack Smith está agotado y si no fuera por su excelente condición física nunca lograría todas sus labores, es hora de volver a casa, al día siguiente tiene que realizar los siempre tediosos sabotajes al servicio de agua y volver temprano a terminar de leer el manual para el ensamblaje de la máquina que causa terromotos.

No es fácil ser un agente de la CIA a cargo de la devastación de un país, Jack Smith lo sabe.