24.10.10

Amenaza

Al llegar al edificio donde vivo, me detuve en el buzón donde se deposita en común la correspondencia de los quince apartamentos. Después de barajar y husmear dentro del marco de lo legal y lo ético la correspondencia de todos mis vecinos, tomé lo que me correspondía. Un sobre y un pequeño paquete del tamaño de una cinta de VHS. El sobre era mi estado de cuenta bancaria, lo abrí, lo vi, me deprimí. El paquete estaba dirigido a mi, tal como lo dejaba ver una letra de molde escrita en tinta azul. Era liviano y al agitarlo se escuchaba algo rodando y golpeando contra las paredes. Lo comencé a abrir sin mayor interés, realmente no esperaba ningún paquete de nadie. Arranqué la cinta adhesiva con mucho cuidado para tratar de no arrancar ningún trozo de papel, lo hice para practicar y mejorar mi técnica al quitarle las etiquetas de precios a los libros, discos y películas. Fracasé y buena parte del papel se quedó pegado al adhesivo, revelando una caja blanca de cartón, también cerrada con la misma cinta. Repetí el procedimiento, pero al parecer mis libros, discos y películas están destinados a tener restos de pegamento de las etiquetas por siempre, parte del color blanco de la caja se quedó en la cinta dejando ver trazos marrones del cartón. Finalmente abrí la carta y adentro había una nota y lo que parecía ser un meñique, o el anular de alguien con manos pequeñas, como un niño o un enano. En la base tenía una gasa con un puntito rojo de sangre. La nota que acompañaba al misterioso apéndice decía 25 millones o un dedo cada 24 horas. También se daba una dirección. Guardé el dedo en el refrigerador y me senté a meditar, volví a ver mi estado de cuenta y tomé una decisión, al día siguiente iría personalmente a esa dirección a recoger mis 25 millones ¿Para qué querría yo un dedo cada 24 horas?