Escribir un poema es como escribir tonterías
cosas sin sentido que invaden el alma mía
Algún día mis palabras serán algo más
que ideas tontas manchando páginas.
Si se me ocurre algo inteligente qué decir
seguramente no lo diría
así pienso que nace la sabiduría
así, lamentablemente, nunca te conquistaría.
Pero al menos sé cuán tonto soy
al menos me reconozco en el espejo,
al menos sé que no será hoy,
pero algún día serás mía,
y no de algún otro pendejo.
29.5.10
28.5.10
Es sólo un cuento (y son sólo personajes)
Este cuento que apenas comienzo a escribir, aunque triste, es mi cuento favorito.
Es muy temprano en la mañana, tus brazos alrededor de mi cuello, nuestras piernas imposibles de distinguir entre las sábanas. Ese rayo de sol que me despierta no es tan odioso cuando se refleja en esos grandes dientes que forman tu sonrisa. Finalmente siento la obligación de admitir que sí, eres dulce, pero tu boca me hace callar con un beso. Mi mano recorre tu espalda de arriba a abajo y de abajo a arriba, como si estuviera pensando intensamente la mejor manera de darle las gracias a tu piel por los favores recibidos. Tus costillas están tan cerca que ya no reconozco cuales son las mías y tu respiración casi entra en mis pulmones y pareciera que es la responsable de mi vida… Y ¡Vaya vida la mía!
Este cuento que acabo de escribir, aunque triste, es mi cuento favorito, no porque sea particularmente original, ni siquiera es bueno, pero se trata de ti y de mi.
Es muy temprano en la mañana, tus brazos alrededor de mi cuello, nuestras piernas imposibles de distinguir entre las sábanas. Ese rayo de sol que me despierta no es tan odioso cuando se refleja en esos grandes dientes que forman tu sonrisa. Finalmente siento la obligación de admitir que sí, eres dulce, pero tu boca me hace callar con un beso. Mi mano recorre tu espalda de arriba a abajo y de abajo a arriba, como si estuviera pensando intensamente la mejor manera de darle las gracias a tu piel por los favores recibidos. Tus costillas están tan cerca que ya no reconozco cuales son las mías y tu respiración casi entra en mis pulmones y pareciera que es la responsable de mi vida… Y ¡Vaya vida la mía!
Este cuento que acabo de escribir, aunque triste, es mi cuento favorito, no porque sea particularmente original, ni siquiera es bueno, pero se trata de ti y de mi.
25.5.10
Venezuela desde otros ojos
La arena del debate político venezolano es un lugar hostil. Da menos miedo lanzarse de cabeza dentro de un aserradero que involucrarse en una discusión entre chavismo y oposición. En todo caso, este fin de semana tuve una discusión muy particular sobre la situación de Venezuela y es que tuve la posibilidad de ver a Venezuela a través de ojos muy distintos a los míos.
Cabe aclarar que en los últimos tiempos me he acostumbrado a moderar mis comentarios tratando de dirigir mis críticas más hacia las personas, los ciudadanos y la sociedad venezolana en general, que hacia uno u otro bando en particular. Además, he construido una postura basada en una comparación a grandes rasgos de la Venezuela en la que viví mi infancia y la Venezuela que abandondé ya de adulto hace dos años. Estos son algunos puntos claves que conforman mi apreciación de la situación política y social de mi país
- El nivel de hostilidad del venezolano ha subido al punto de que ya no somos aquel pueblo alegre del que nos vanagloreamos tanto
- Que el pasado haya sido malo no implica que, por defecto, el presente sea bueno. De la misma forma, el hecho de que el presente sea malo, no implica que el futuro vaya a ser mejor
- Me asquea la importancia que le hemos dado a los actores políticos por encima de las personas con quienes convivimos directamente
Viviendo en el extranjero esta ha sido una postura bastante sensata para no caer en argumentos y discusiones política que sólo los venezolanos entendemos y conocemos con profundidad. Además, la pregunta sobre Venezuela y sobre Chávez es obligatoria cuando alguien se entera de mi nacionalidad. Otro punto importante de vivir en el extranjero ha sido la posibilidad de darle reposo a mi conciencia a través de períodos (muy cortos) de desconexión total de la realidad venezolana, cosa que es muy complicada viviendo dentro de Venezuela, pero que pienso que es posible (aunque is amigos de allá me critican mucho este punto).
En todo caso, aquí en México, lugar al que vine por razones de trabajo y no por una necesidad de huir de mi país, normalmente me toca conversar y aclarar un poco y de la manera más ecuánime posible lo que sucede con el gobierno de mi país, ya sea con mexicanos o con personas de otras partes del mundo. Sin embargo, este fin de semana entablé una conversación muy interesante con un colombiano sobre Venezuela en la que fue él quien tomó la palabra por más tiempo, porque la verdad es que yo no podía sino escuchar con asombro su perspectiva sobre Venezuela.
Resulta que este bogotano tiene mucha familia en Venezuela, en Barquisimeto, para ser más precisos. Una familia de colombianos que llegaron a Venezuela a finales de los 70, principios de los 80, buscando huir de la violencia que azotaba a su país principalmente a causa del narcotráfico y por supuesto de la guerrilla. Por esta razón, él viajaba, durante su infancia, cada verano a pasar las vacaciones con sus tíos en tierras venezolanas. Él recuerda con asombro que viajar a Venezuela le daba la misma sensación que viajar a Disney, era ir al primer mundo pero más cerquita, era ir a un país donde se conseguían todas las cosas que en Colombia no existían: ropa de marca y de última moda, juguetes gringos, juegos de video y demás. Además recuerda lo impresionado que iba cuando sus padres admiraban con sana envidia la calidad de las autopista, la magnitud de los puentes y túneles, la belleza de la aquitectura, el calibre de las universidades y otras obras de infraestructura que daban evidencia del peso que tenía Venezuela como referencia para el resto de las naciones de América del Sur en todos los sentidos. Mi mente tradujo sus palabras de la siguiente manera: la calidad de vida venezolana era, para un colombiano en los años 90, el equivalente de lo que la calidad de vida colombiana es en la actualidad para mi.
Con el pasar de los años, sus visitas a Venezuela fueron cada vez menos frecuentes y no fue hasta después de alcanzar la adultez que tuvo la oportunidad de regresar por razones laborales a aquel país que tanto le impresionó. Esta vez, regresó cargado de café, papel de baño y otras cosas básicas que sus familiares le pidieron de favor, dada la dificultad de conseguirlas en el país. Llevando cosas que se consiguen en Colombia en cualquier supermercado, abasto o tiendita, al país que solía tener lo que el suyo apenas soñaba. Como era de esperarse, hoy en día se preguntaba si de niño él era muy fácil de impresionar o si en realidad Venezuela ha visto semejante deterioro. De pronto no era Venezuela en donde había paseado durante aquellos veranos de su infancia, de pronto Alicia ya no sigue a un conejo hasta el país de las maravillas, sino un malandro la secuestra y la lleva al país de las pesadillas.
Después de escuchar esto no puedo evitar decir lo que realmente siento. Entiendo que esa Venezuela de los 90 que él conoció era una Venezuela de gran desigualdad social, de grandes problemas en materia de salud, educación, etc. problemas que él por su edad no tenía la posibilidad de ponderar, problemas escondidos detrás de una máscara de primermundismo; pero en sus palabras se dibujaba con claridad una Venezuela con todas las herramientas para lograr solventar esos problemas y ser más que una bonita fachada. La Venezuela de hoy, en cambio, ya no tiene máscara. Pareciera que sólo encuentra cada vez más problemas y, debo decirlo, la mayoría son causados por la gran bocota del presidente Chávez, quien habló como ninguno antes lo había hecho con los pobres, les habló de venganza, les habló de rencor y de resentimiento, abusó y abusa de las palabras y este abuso siempre lleva a la mentira o a la falacia por pura hipérbole. Estafó al país con una idea tan noble como la justicia social. Pero basta caminar por cualquier calle del país para darse cuenta de que nada ha mejorado, que la pobreza sigue estando ahí y que las pocas cosas que impresionaron a aquel niño turista, hoy en día han sido reemplazadas por la desidia y por el rostro del presidente que aparece en cualquier rincón del país con una sonrisa, como quien se siente orgulloso de la destrucción de las pocas cosas buenas que teníamos.
Cabe aclarar que en los últimos tiempos me he acostumbrado a moderar mis comentarios tratando de dirigir mis críticas más hacia las personas, los ciudadanos y la sociedad venezolana en general, que hacia uno u otro bando en particular. Además, he construido una postura basada en una comparación a grandes rasgos de la Venezuela en la que viví mi infancia y la Venezuela que abandondé ya de adulto hace dos años. Estos son algunos puntos claves que conforman mi apreciación de la situación política y social de mi país
- El nivel de hostilidad del venezolano ha subido al punto de que ya no somos aquel pueblo alegre del que nos vanagloreamos tanto
- Que el pasado haya sido malo no implica que, por defecto, el presente sea bueno. De la misma forma, el hecho de que el presente sea malo, no implica que el futuro vaya a ser mejor
- Me asquea la importancia que le hemos dado a los actores políticos por encima de las personas con quienes convivimos directamente
Viviendo en el extranjero esta ha sido una postura bastante sensata para no caer en argumentos y discusiones política que sólo los venezolanos entendemos y conocemos con profundidad. Además, la pregunta sobre Venezuela y sobre Chávez es obligatoria cuando alguien se entera de mi nacionalidad. Otro punto importante de vivir en el extranjero ha sido la posibilidad de darle reposo a mi conciencia a través de períodos (muy cortos) de desconexión total de la realidad venezolana, cosa que es muy complicada viviendo dentro de Venezuela, pero que pienso que es posible (aunque is amigos de allá me critican mucho este punto).
En todo caso, aquí en México, lugar al que vine por razones de trabajo y no por una necesidad de huir de mi país, normalmente me toca conversar y aclarar un poco y de la manera más ecuánime posible lo que sucede con el gobierno de mi país, ya sea con mexicanos o con personas de otras partes del mundo. Sin embargo, este fin de semana entablé una conversación muy interesante con un colombiano sobre Venezuela en la que fue él quien tomó la palabra por más tiempo, porque la verdad es que yo no podía sino escuchar con asombro su perspectiva sobre Venezuela.
Resulta que este bogotano tiene mucha familia en Venezuela, en Barquisimeto, para ser más precisos. Una familia de colombianos que llegaron a Venezuela a finales de los 70, principios de los 80, buscando huir de la violencia que azotaba a su país principalmente a causa del narcotráfico y por supuesto de la guerrilla. Por esta razón, él viajaba, durante su infancia, cada verano a pasar las vacaciones con sus tíos en tierras venezolanas. Él recuerda con asombro que viajar a Venezuela le daba la misma sensación que viajar a Disney, era ir al primer mundo pero más cerquita, era ir a un país donde se conseguían todas las cosas que en Colombia no existían: ropa de marca y de última moda, juguetes gringos, juegos de video y demás. Además recuerda lo impresionado que iba cuando sus padres admiraban con sana envidia la calidad de las autopista, la magnitud de los puentes y túneles, la belleza de la aquitectura, el calibre de las universidades y otras obras de infraestructura que daban evidencia del peso que tenía Venezuela como referencia para el resto de las naciones de América del Sur en todos los sentidos. Mi mente tradujo sus palabras de la siguiente manera: la calidad de vida venezolana era, para un colombiano en los años 90, el equivalente de lo que la calidad de vida colombiana es en la actualidad para mi.
Con el pasar de los años, sus visitas a Venezuela fueron cada vez menos frecuentes y no fue hasta después de alcanzar la adultez que tuvo la oportunidad de regresar por razones laborales a aquel país que tanto le impresionó. Esta vez, regresó cargado de café, papel de baño y otras cosas básicas que sus familiares le pidieron de favor, dada la dificultad de conseguirlas en el país. Llevando cosas que se consiguen en Colombia en cualquier supermercado, abasto o tiendita, al país que solía tener lo que el suyo apenas soñaba. Como era de esperarse, hoy en día se preguntaba si de niño él era muy fácil de impresionar o si en realidad Venezuela ha visto semejante deterioro. De pronto no era Venezuela en donde había paseado durante aquellos veranos de su infancia, de pronto Alicia ya no sigue a un conejo hasta el país de las maravillas, sino un malandro la secuestra y la lleva al país de las pesadillas.
Después de escuchar esto no puedo evitar decir lo que realmente siento. Entiendo que esa Venezuela de los 90 que él conoció era una Venezuela de gran desigualdad social, de grandes problemas en materia de salud, educación, etc. problemas que él por su edad no tenía la posibilidad de ponderar, problemas escondidos detrás de una máscara de primermundismo; pero en sus palabras se dibujaba con claridad una Venezuela con todas las herramientas para lograr solventar esos problemas y ser más que una bonita fachada. La Venezuela de hoy, en cambio, ya no tiene máscara. Pareciera que sólo encuentra cada vez más problemas y, debo decirlo, la mayoría son causados por la gran bocota del presidente Chávez, quien habló como ninguno antes lo había hecho con los pobres, les habló de venganza, les habló de rencor y de resentimiento, abusó y abusa de las palabras y este abuso siempre lleva a la mentira o a la falacia por pura hipérbole. Estafó al país con una idea tan noble como la justicia social. Pero basta caminar por cualquier calle del país para darse cuenta de que nada ha mejorado, que la pobreza sigue estando ahí y que las pocas cosas que impresionaron a aquel niño turista, hoy en día han sido reemplazadas por la desidia y por el rostro del presidente que aparece en cualquier rincón del país con una sonrisa, como quien se siente orgulloso de la destrucción de las pocas cosas buenas que teníamos.
11.5.10
Si YO fuera presidente
(Esta es una respuesta inesperada a Si yo fuera presidente de mi colega, compatriota y camarada David Cerqueiro)
Si yo fuera presidente
retrocedería más y más el horario,
hasta poder cabalgar un dinosaurio.
Si yo fuera presidente
no lo sería de este país
sería de uno diferente.
Tendría ojeras de tanto trabajar
para conquistar muchachitas,
mientras ustedes le echan bola
o esta vaina se nos marchita.
Si yo fuera presidente
prohibiría muchas cosas
prohibiría, por ejemplo, las caras de idiota,
las retransmisiones de peleas de Jake La Motta.
si a mi que no soy presidente
me divierten la prohibiciones,
acumuladas municiones
de mis propias frustraciones.
(funciones, cañones, pensiones)
Si yo fuera presidente
me dedicaría a eliminar la rima
así como ahora con este verso.
Si yo fuera presidente
renunciaría a los tres días,
no por arrepentido sino por la ladilla.
Gobernarlos a ustedes ha de ser insufrible,
aburridos, pendejos, superficiales, insensibles.
Si yo fuera presidente
vendería cocaína en una esquina,
con cara de maleante de amplio prontuario,
con una novia de calendario
insoportable mal viviente de tu vecindario.
(arrendatario, sectario, secundario
Estado canadiense de Ontario)
Si yo fuera presidente
me suicidaría en la oficina
dejaría de legado una letrina
donde cagué desde que me invistieron
y ustedes nunca me detuvieron.
Si yo fuera presidente
con ustedes sería contundente.
Llorones, pataleros, inservibles,
si yo fuera presidente
los usaría como combustible.
Pero no soy presidente
y los quiero mucho.
(bastante, que jode, mogollón, burda, un chingo)
Si yo fuera presidente
retrocedería más y más el horario,
hasta poder cabalgar un dinosaurio.
Si yo fuera presidente
no lo sería de este país
sería de uno diferente.
Tendría ojeras de tanto trabajar
para conquistar muchachitas,
mientras ustedes le echan bola
o esta vaina se nos marchita.
Si yo fuera presidente
prohibiría muchas cosas
prohibiría, por ejemplo, las caras de idiota,
las retransmisiones de peleas de Jake La Motta.
si a mi que no soy presidente
me divierten la prohibiciones,
acumuladas municiones
de mis propias frustraciones.
(funciones, cañones, pensiones)
Si yo fuera presidente
me dedicaría a eliminar la rima
así como ahora con este verso.
Si yo fuera presidente
renunciaría a los tres días,
no por arrepentido sino por la ladilla.
Gobernarlos a ustedes ha de ser insufrible,
aburridos, pendejos, superficiales, insensibles.
Si yo fuera presidente
vendería cocaína en una esquina,
con cara de maleante de amplio prontuario,
con una novia de calendario
insoportable mal viviente de tu vecindario.
(arrendatario, sectario, secundario
Estado canadiense de Ontario)
Si yo fuera presidente
me suicidaría en la oficina
dejaría de legado una letrina
donde cagué desde que me invistieron
y ustedes nunca me detuvieron.
Si yo fuera presidente
con ustedes sería contundente.
Llorones, pataleros, inservibles,
si yo fuera presidente
los usaría como combustible.
Pero no soy presidente
y los quiero mucho.
(bastante, que jode, mogollón, burda, un chingo)
10.5.10
Yo no hablo
¡Ja!
Dicen que los hombres sabios son los que saben callar, yo digo ¿quién quiere ser sabio? ¿para qué sirve la sabiduría?
Nada sirve, realmente nada sirve. Podemos jugar a que tal o cual cosa sirve, pero al final realmente no sirve. Yo hablo, por ejemplo, hasta por los codos. Me costó que me echaran de un colegio, me ha costado hacer que alguna que otra mujer salga corriendo espantada, me ha costado un poco de todo y la verdad es que abrir la boca y decir las estupideces que pienso no me cuesta absolutamente nada, más bien estoy buscando que alguien me pague por eso algún día. Aún si lo consigo, dudo que me sirva.
Uno se va, uno regresa, uno sigue, uno se detiene. Me atrevo incluso a usar ese “uno” tan abusivo y prepotente porque estoy convencido de que es “uno” el que no sirve y no estoy hablando de ti, ni de mi, estoy hablando de uno, que es exactamente lo mismo. Leer esto no sirve, escribirlo sólo sirve para desvelarme y ¿para qué sirve desvelarse? realmente no sirve para nada... No, puedo decir: es que yo voy a hacer esto para conseguir aquello o simplemente lo voy a hacer sin ningún propósito, da exáctamente lo mismo, es mejor o peor, depende, a veces es mejor ahorita pero es peor después. Eso pienso.
Fíjate nada más, yo tengo este blog y aquí hablo del amor, de la libertad, de política, de cosas sin sentido, de cosas con sentido ¿Hablo de algo importante? No, realmente no hablo ni digo nada importante, yo no hablo de esas cosas. Es más, qué digo hablar, escribir, menos todavía. No hay nada por qué quejarse y es por eso que nos quejamos de todo. A mi en ningún momento me dieron ningún tipo de opción, todo fue así de coñazo, “párese en esa dos piernas que Dios le dio y eche andar, carajo, no le queda de otra”. Por eso es que hay suicidas. En un mundo así y en una vida así realmente sólo hay dos caminos o te resignas y vives y ya o te aferras al supuesto propósito de la vida, etc. Te aferras a “el punto”, pero fíjate que hasta el diccionario es impreciso en la definición de “punto”, tiene como 30 significados distintos, si ni siquiera el DRAE y toda la minuciosidad de la academia han logrado definir el puto punto ¿Crees que tú lo vas a lograr? Digo, no te estoy menospreciando, pero se trata de aceptar un poco las cosas. Entonces, si sólo tenemos esas dos opciones, porque no hay más, no hay camino del medio y buda no tenía la más puta idea de lo que hablaba porque perdió todas las neuronas de tanto ayunar, hasta el punto que para el pobre carajo el sonido de un río era toda una sinfonía (Beethoven revuélcate en tu tumba); podemos elegir una opción o la otra y no hay chance de cambiarse, porque si vives y ya, sin más ni menos, te parece que todos los que creen en el propósito son unos idiotas, y lo son, pero tú también eres un idiota, porque ellos sí tienen propósito, claro, en su idiotez no tienen ni la más remota idea de cual es el propósito, pero lo tienen y es imposible para ellos dejar el propósito, a veces lo hacen, pero los destruye, porque si tienes toda una vida creyendo que sirves para algo y luego te das cuenta de que no es así, te jodiste.
¿Me explico?
Dicen que los hombres sabios son los que saben callar, yo digo ¿quién quiere ser sabio? ¿para qué sirve la sabiduría?
Nada sirve, realmente nada sirve. Podemos jugar a que tal o cual cosa sirve, pero al final realmente no sirve. Yo hablo, por ejemplo, hasta por los codos. Me costó que me echaran de un colegio, me ha costado hacer que alguna que otra mujer salga corriendo espantada, me ha costado un poco de todo y la verdad es que abrir la boca y decir las estupideces que pienso no me cuesta absolutamente nada, más bien estoy buscando que alguien me pague por eso algún día. Aún si lo consigo, dudo que me sirva.
Uno se va, uno regresa, uno sigue, uno se detiene. Me atrevo incluso a usar ese “uno” tan abusivo y prepotente porque estoy convencido de que es “uno” el que no sirve y no estoy hablando de ti, ni de mi, estoy hablando de uno, que es exactamente lo mismo. Leer esto no sirve, escribirlo sólo sirve para desvelarme y ¿para qué sirve desvelarse? realmente no sirve para nada... No, puedo decir: es que yo voy a hacer esto para conseguir aquello o simplemente lo voy a hacer sin ningún propósito, da exáctamente lo mismo, es mejor o peor, depende, a veces es mejor ahorita pero es peor después. Eso pienso.
Fíjate nada más, yo tengo este blog y aquí hablo del amor, de la libertad, de política, de cosas sin sentido, de cosas con sentido ¿Hablo de algo importante? No, realmente no hablo ni digo nada importante, yo no hablo de esas cosas. Es más, qué digo hablar, escribir, menos todavía. No hay nada por qué quejarse y es por eso que nos quejamos de todo. A mi en ningún momento me dieron ningún tipo de opción, todo fue así de coñazo, “párese en esa dos piernas que Dios le dio y eche andar, carajo, no le queda de otra”. Por eso es que hay suicidas. En un mundo así y en una vida así realmente sólo hay dos caminos o te resignas y vives y ya o te aferras al supuesto propósito de la vida, etc. Te aferras a “el punto”, pero fíjate que hasta el diccionario es impreciso en la definición de “punto”, tiene como 30 significados distintos, si ni siquiera el DRAE y toda la minuciosidad de la academia han logrado definir el puto punto ¿Crees que tú lo vas a lograr? Digo, no te estoy menospreciando, pero se trata de aceptar un poco las cosas. Entonces, si sólo tenemos esas dos opciones, porque no hay más, no hay camino del medio y buda no tenía la más puta idea de lo que hablaba porque perdió todas las neuronas de tanto ayunar, hasta el punto que para el pobre carajo el sonido de un río era toda una sinfonía (Beethoven revuélcate en tu tumba); podemos elegir una opción o la otra y no hay chance de cambiarse, porque si vives y ya, sin más ni menos, te parece que todos los que creen en el propósito son unos idiotas, y lo son, pero tú también eres un idiota, porque ellos sí tienen propósito, claro, en su idiotez no tienen ni la más remota idea de cual es el propósito, pero lo tienen y es imposible para ellos dejar el propósito, a veces lo hacen, pero los destruye, porque si tienes toda una vida creyendo que sirves para algo y luego te das cuenta de que no es así, te jodiste.
¿Me explico?
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